“Si actuamos, podemos construir una IA soberana en el sector salud, adaptada a nuestros valores”

La inteligencia artificial (IA) ya no es una promesa lejana en la atención médica. Según la Asociación Médica Estadounidense , dos de cada tres médicos en Estados Unidos ya utilizan herramientas de IA en su práctica diaria. Los usos observados en Francia muestran una tendencia similar. Cada mes, decenas de estudios demuestran que herramientas como ChatGPT pueden ahorrar tiempo médico, reducir errores e incluso mejorar la calidad de la atención.
En muchos hospitales y consultorios, estas IA ya se utilizan para redactar cartas, resumir expedientes y sugerir recetas. Mañana, harán mucho más. El sistema francés de seguros de salud ya está trazando este camino: en su informe " Gastos e Ingresos 2026 ", establece el objetivo de que, para 2030, todos los prescriptores utilicen herramientas digitales de última generación, que incorporen algoritmos de IA, para mejorar la pertinencia de la atención.
Ante esta revolución, sería ingenuo creer que Francia puede permanecer al margen. La realidad es implacable: las soluciones más avanzadas hoy en día provienen de Estados Unidos. Al igual que con las redes sociales o la nube, corremos el riesgo de volvernos totalmente dependientes de tecnologías extranjeras. Pero en materia de salud, el problema va más allá de la soberanía digital: el propio equilibrio de nuestro sistema financiero podría estar en juego.
El área gris ya es realPorque, si mañana los médicos dependen masivamente de la IA estadounidense o china para guiar sus diagnósticos, elegir un tratamiento o decidir sobre un plan de atención, esta herramienta tendrá un impacto directo en nuestro gasto colectivo. Pasaríamos de un sistema en el que el equilibrio financiero depende de la formación y las decisiones de miles de profesionales a un sistema en el que la tecnología podría guiar masivamente las recetas y, por lo tanto, el gasto. Este efecto podría, dependiendo de cómo se diseñe la IA, mejorar la pertinencia de la atención y contener ciertos gastos... o, por el contrario, aumentar repentinamente la factura del seguro médico.
Te queda el 61,6% de este artículo por leer. El resto está reservado para suscriptores.
Le Monde